El alcornocal tiene una capacidad de retención de CO₂ que puede llegar hasta las 14,7 toneladas por hectárea al año. Las conclusiones son de un estudio reciente del Instituto Superior de Agronomía (ISA), y llaman la atención en un momento crítico, justo antes de la Cumbre sobre el Clima de las Naciones Unidas, con el objetivo de acelerar los compromisos globales en defensa del medio ambiente y evitar que el calentamiento global siga avanzando.
Los beneficios del corcho son numerosos y su uso representa una solución sostenible en comparación con otros materiales.
El último informe del Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático (IPCC) de las Naciones Unidas demuestra que el aumento de estos gases, como el CO₂, es responsable del cambio climático.
En particular, el alcornoque desempeña un papel destacado en la captura de dióxido de carbono (CO₂), ya que estos árboles ayudan en la retención y almacenamiento de carbono en los bosques, mitigando así las emisiones de dióxido de carbono de origen fósil.
Siguiendo el esfuerzo mundial para cuantificar el balance de carbono, la Unión Europea ha creado el ICOS (Integrated Carbon Observation System), a partir del cual se han realizado trabajos en Portugal para cuantificar la capacidad de retención anual de carbono del alcornocal.
Por ejemplo, en Évora, un alcornocal poco denso (cerca del 30% de cobertura por árboles) presentó en 2006 un secuestro de 179 g de carbono por m² al año (equivalente a 6,56 toneladas de CO₂ por hectárea al año).
Sin embargo, en estudios recientes realizados por el ISA, en un alcornocal en buenas condiciones de suelo, clima y con gestión forestal adecuada, se registró una capacidad de secuestro de 400 g de carbono por m² al año, es decir, 14,7 toneladas de CO₂ por hectárea al año.
Extrapolando esta cifra al área global, los alcornocales de la cuenca occidental del Mediterráneo tienen una capacidad de retención anual de cerca de 30,66 millones de toneladas de CO₂. Este valor subraya la relevancia del alcornoque como una solución natural y sostenible en la mitigación del cambio climático.
En áreas de Portugal, los alcornoques alcanzan una capacidad de secuestro de carbono de 14,7 toneladas de CO₂ por hectárea al año, según estudios recientes. Este alto nivel de retención hace del alcornoque una herramienta crucial en la lucha contra el cambio climático.
Además, el tapón de corcho fabricado a partir de este árbol se convierte en un producto natural y renovable que contribuye a la sostenibilidad. La variedad de productos de corcho disponibles y sus múltiples aplicaciones en diferentes sectores destacan la versatilidad de este material.
La importancia de los alcornocales en la lucha contra el cambio climático ha sido destacada durante mucho tiempo por prestigiosas instituciones internacionales, como la WWF.
En colaboración con el CEABN, la WWF publicó el estudio 'Alcornoque, una barrera contra la desertificación', que señala que, en el contexto actual de cambio climático, se prevén cambios significativos en la vegetación de Portugal, especialmente en el sur e interior del país, que están en riesgo de desertificación.
En este contexto, es crucial asegurar la regeneración y vitalidad del alcornoque al sur del Tajo y su expansión hacia el norte como solución para combatir la desertificación.
El papel del alcornoque y su producto derivado, el corcho, es cada vez más valorado por su contribución en la caputra de CO₂ en la región mediterránea.
A medida que crece la conciencia sobre el cambio climático, es fundamental invertir en especies como el alcornoque para un futuro más verde y sostenible. La actividad de Corticeira Amorim hace posible la captura de carbono, un ejemplo destacado en este ámbito.