El corcho es la corteza del alcornoque (Quercus suber L.), un árbol milenario que crece en la cuenca del Mediterráneo.
La corteza se extrae cada nueve años sin talar ni dañar el árbol, y constituye uno de los mayores prodigios de la naturaleza. Es un material vegetal totalmente natural y, por eso mismo, biodegradable. Su capacidad para retener CO2 lo convierte en un ejemplo de sostenibilidad y en un poderoso aliado contra el cambio climático.
Gracias a su composición química única, el corcho es uno de los materiales más increíbles del planeta. Observado al microscopio, presenta una estructura similar a la de una colmena en la que cada celda adopta la forma de un prisma pentagonal o hexagonal. Cada centímetro cúbico de corcho contiene unos cuarenta millones de celdas. Y cada celda está compuesta básicamente por suberina, una sustancia que representa casi la mitad de la composición del corcho. Pero también contiene lignina, polisacáridos, ceroides y taninos, aunque en menor cantidad. Pero lo que lo hace verdaderamente especial es lo que esconde en su interior: una mezcla gaseosa similar al aire rellena cada celda recubierta de suberina. Es esta combinación inigualable lo que aporta al corcho sus características únicas: ligereza, porque contiene gas en su interior, pero también elasticidad y compresibilidad, porque está formado por una especie de alvéolos que presionan suavemente unos contra otros.
El corcho es la corteza del alcornoque (Quercus suber L.), un árbol milenario que crece en la cuenca del Mediterráneo.
La corteza se extrae cada nueve años sin talar ni dañar el árbol, y constituye uno de los mayores prodigios de la naturaleza. Es un material vegetal totalmente natural y, por eso mismo, biodegradable. Su capacidad para retener CO2 lo convierte en un ejemplo de sostenibilidad y en un poderoso aliado contra el cambio climático.
Gracias a su composición química única, el corcho es uno de los materiales más increíbles del planeta. Observado al microscopio, presenta una estructura similar a la de una colmena en la que cada celda adopta la forma de un prisma pentagonal o hexagonal. Cada centímetro cúbico de corcho contiene unos cuarenta millones de celdas. Y cada celda está compuesta básicamente por suberina, una sustancia que representa casi la mitad de la composición del corcho. Pero también contiene lignina, polisacáridos, ceroides y taninos, aunque en menor cantidad. Pero lo que lo hace verdaderamente especial es lo que esconde en su interior: una mezcla gaseosa similar al aire rellena cada celda recubierta de suberina. Es esta combinación inigualable lo que aporta al corcho sus características únicas: ligereza, porque contiene gas en su interior, pero también elasticidad y compresibilidad, porque está formado por una especie de alvéolos que presionan suavemente unos contra otros.